Fe para concebir la promesa de tu descendencia

 Desde que conocí al Señor, a los 12 años de edad, siempre tuve la convicción de su sentimiento paternal, de que mi vida estuviera en bendición y prosperara en todos mis caminos así como crecía mi alma. Me sentía fuerte y segura porque Dios estaba conmigo y mis emociones brillaban, ¡pensaba que lo mejor estaba por venir!

Hubo un tiempo en mi vida con el Señor en donde llegaron ocupaciones, una tras otra y éstas empezaron a crecer y a tomar importancia en mi tiempo, alejándome de una dependencia genuina con mi Padre Celestial y dejando una puerta abierta al enemigo donde muchas decisiones tomadas fueron en medio de las circunstancias, basadas en mi conocimiento, experiencia y otras cosas que no eran un fundamento sólido.  

Pensaba que todo iba bien porque en mi corazón estaba el amar a Dios y desde que le conocí tuve el principio de siempre estar congregándome en la Iglesia, pero la verdad fue que empecé a tener tiempos muy difíciles y oscuros, cosas que no entendía, como la muerte de un ser amado, una enfermedad en mi cuerpo, pérdidas en mis embarazos, secretos  de personas que salían a la luz causando mucho dolor, etc. 

Todo eso hizo que empezaran a llegar pensamientos negativos a mi vida, sentía que la vida era injusta conmigo y también me sentía frustrada. Era una lucha en mi mente y en mi corazón…en verdad fueron momentos donde mi ojos no podían percibir la oscuridad, porque había un filtro de dolor y de no entender nada. Y aunque fueron de los momentos más duros de mi vida a nivel emocional, hoy puede entender que fue el inicio de un nuevo tiempo con mi Padre Espiritual. 

El Señor vio la tormenta que yo estaba viviendo, empezó a hablarme de muchas formas -principalmente por la palabra-, pero también en sueños, señales y visiones donde en el devocional reafirmaba cada uno de ellos, me cambió el filtro del dolor por una mayor medida de fe, fue realmente sobrenatural!! Todo lo que leía en la biblia tenía fe, cada versículo, cada historia, cada caso, sus palabras tomaban vida en mi Espíritu, fui fortalecida instantáneamente por el Espíritu Santo, todo lo que era oscuro empezó a tener luz, mis pensamientos empezaron a cambiar, cada versículo empezó a ser rhema en mi vida, volviendo a mí el fundamento sólido sobre la roca que es Jesús, ya no estaba sobre la arena. ¡Gloria a Dios! 

Entendí que el Señor estaba procesando mi interior, purificándome y haciendo de mi un vino nuevo, trayendo un gozo tan real en mi vida, dado por el Espíritu Santo, que aunque las circunstancias seguían siendo adversas, yo ya había encontrado mi fortaleza a los pies de Jesús, sintiendo en mis emociones la plenitud de poder amarlo, empecé a caminar sobre las aguas teniendo la paz que sobrepasa todo entendimiento y esto era porque mi mirada siempre estaba en Jesús y no en las olas. 

Jesús me salvó por segunda vez, estuve cerca de  perderlo todo, pero en su amor y misericordia me alcanzaron, me procesaron, me consolaron y en su verdad me rescató.

¿Cuál fue la mayor prueba? El no poder tener un hijo y sí tener muchas pérdidas. Pero hoy 12 años después, mi mayor milagro ocurrió, mi hija Luciana nació hace dos años y ella ha sido toda la restauración de Dios para mi vida. 

La Biblia habla, en Mateo 7:1, en su primer versículo: “Cualquiera, pues, que me oye estas palabras, y las hace, le compararé a un hombre prudente, que edificó su casa sobre la roca” 

Creo profundamente que oír y hacer la palabra de Dios no solamente nos salvará en los tiempos de prueba  y de aflicción sino que nos dará una vida plena y en abundancia a través de la fe en Jesús.

Y aunque vengan ríos, lluvias o tormentas a tu vida nada podrá robarte la decisión de seguir viendo a Jesús mientras caminas por las aguas!

¿Cómo puedes cuidar la semilla de fe en tiempos de prueba? Construyendo tu vida a diario sobre la Roca, que es Cristo. 

Caro Valera

Lleva un cambio a tu familia haciendo el reto 30 días para orar por tu familia dando click aquí.