Un Sí y un Amén: Promesa de adopción

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“Porque todas las promesas de Dios son en él Sí, y en él Amén, por medio de nosotros, para la gloria de Dios.”
2 Corintios 1:20

Avanzar al siguiente escalón de fe requiere permanecer en las promesas de Dios.

Por más de un año guardé silencio delante del Señor. Pretendí que si callaba la voz de mi corazón, Él no la escucharía… Pensar en el tema de tener hijos causaba un profundo dolor. En ese tiempo, decidí enfocarme en el ministerio. Por dos años sepulté el sueño de ser mamá, y disfruté al máximo a John y a nuestro llamado.

Tenía ya 45 años. Con John habíamos decidido no realizar más procedimientos médicos para tener hijos. Si Dios quería darnos hijos, sería por milagros. Y constantemente el Señor traía a mi mente las palabras de John:
“La manera de Dios es mejor que mi manera.”

Ese día, cuando supimos que el tratamiento no había funcionado, recordé también Isaías 55:8:
“Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos.”

Nunca imaginé que en el plan divino estaba el camino de la adopción. Como pastores, predicamos muchas veces que somos hijos adoptivos de Dios, pero vivirlo como padres es una dimensión diferente de fe.

Una noche de oración  

En la Convención Internacional de 2018, nuestra pastora Emma Claudia predicó sobre el poder de las noches de oración. Asumí esa palabra como una dirección del cielo. Al regresar a casa, tuve mi noche de oración. Hablé con Dios y le pedí una confirmación clara:
“Si quieres que adoptemos, hazlo saber a través del Pastor César Castellanos, sin que nosotros toquemos el tema.”

Durante los siguientes diez meses, Dios trabajó fuertemente en nuestros corazones. A diario, en nuestro devocional, encontrábamos promesas de fructificar, de dar hijos, del regalo de Dios…

La confirmación  

El 23 de noviembre de 2018, en la Convención Nacional de México, se manifestó Dios de nuevo. Como siempre, fuimos a saludar al Pastor César. Apenas nos vio, sonrió y preguntó:
“¿Dónde dejaron sus hijos?”

Pensé que nos estaba confundiendo… Pero volvió a hacer la misma pregunta. Luego comenzó a hablarnos sobre la adopción, con un amor y una ternura que atravesaron mi corazón.
Era Dios confirmando lo que meses atrás yo había pedido en secreto.

Salimos de esa sala con lágrimas. Le conté a John la señal que había pedido. Él me sonrió y dijo:
“Esto es una promesa, una profecía. Es la dirección de Dios.”

“Creed a sus profetas, y seréis prosperados.”
(2 Crónicas 20:20)

El camino de la adopción  

Una semana después ya estábamos investigando agencias. México, Rusia, EE.UU., Colombia… todas requerían tiempo, dinero y en la mayoría de casos, la posibilidad era solo con niños mayores de 7 años.

Sabíamos que Dios nos había prometido un milagro. Y que ese milagro era la adopción. Pero no sabíamos cómo, cuándo ni dónde. Así que hicimos una oración como pareja, con la Palabra rema de Efesios 1:5:
“En amor, habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo, según el puro afecto de su voluntad.”

Y fue en una reunión familiar donde mi cuñado Scott nos habló por primera vez del programa Foster Care.

Dios abre camino  

Al día siguiente visitamos tres agencias en nuestra ciudad, Yuma (AZ). Después de orar, Dios nos guió a una en particular. Su misión estaba basada en principios bíblicos, sus asesores eran cristianos y su director era pastor.

Ese jueves, pasamos más de dos horas conversando con uno de sus coordinadores. John hizo varias preguntas clave:

— ¿Qué porcentaje de niños puede ser adoptado?
— Entre el 20 y el 25%.

— ¿En cuánto tiempo?
— Depende de la situación y de los familiares. Puede tardar entre 1 y 3 años.

— ¿Cómo podríamos ser los padres adoptivos?
— Participando activamente en el proceso Foster y esperando la oportunidad.

Esa noche le dije a John:
“Hoy no me esperes en la cama. Voy a hablar con Dios. Mañana sabremos si este es el camino.”

Un milagro llamado adopción

La adopción correcta es un milagro sobrenatural. Solo Dios puede hacer perfecta cada parte del proceso.

Y si hoy estás leyendo esto, quiero recordarte:
Cada paso direccionado por Dios será de bendición.
Sigue orando, creyendo y obedeciendo. Porque cuando Dios da una promesa, su respuesta es un Sí y un Amén.

Por: Janeth Wilson

@pastorajanethw

Myrian Janeth Wilson, Colombiana, mamá de 4 hijos, 2 niñas de 7 años y 4 años  y 2 niños cada uno de 5 años, pastora en San Luis Río Colorado MX y San Luis Arizona EEUU, vive en San Luis Arizona EEUU,  Frontera con México, apasionada por servirle a Dios y a la familia, con ministerio en los dos países.

Lleva 3 años educando en Home School y ahora en unión con otros padres de familia miembros de la iglesia se estableció una Academia Educativa para ayudarles con la educación.